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La noche en negro

El sabado 19 por la noche hasta el domingo 20 amanecer, era la Noche en Blanco en Madrid. Una noche donde se supone en la capital hay todo tipo de actividades culturales hasta tarde. Como buenos jovenes estudiantes, fuimos a ello.

Voy a resumirlo con una frase: vaya-puta-mierda. Las actividades, en plan »alternativo» estaban, la mayoría, realizadas por estudiantes. Los museos, abiertos hasta solo la 1 de la noche (para una cosa que había donde se podía ir), ninguna actividad de ciencias (porque para ver árboles con bolsas de pis de borracho colgados en las ramas me quedo en mi casa), el metro hasta las 3 (¡Pero de quién ha sido la maravillosa idea!), los autobuses infestados. La mayoría de las actividades eran una mierda: luces en la Gran Vía -una farola en la mitad y estad contentos-; orquestas de tuppers; una pantalla con proyecciones de cortos en la que todo el mundo estaba haciendo botellón (nosotros también), etc.

Después del botellón, nos decidimos a entrar al Dark Hole, uno de las discotecas que participaba en la noche en blanco; un sitio de goticos setenteros en el que David Bowie brillaba en los pequeñas pantallas como un ser superior o algo parecido -no tengo nada en contra del hombre-. Como podréis imaginar, a parte de no bailar ni dios y estar lleno de horteras, la música tampoco incitaba, y puedo asegurar que, salvo nosotros, ninguno de los presentes bajaba de los 35 años. Las Coca-Colas estaban a 8 euros, los chupitos ya ni pregunté y la farla volaba como polvos de hada en el lugar.

Después de un par de horas de hacer el cabra entre los góticos enclenques, Alex se puso malo y nos salimos casi todos. Esto es un consejo para salir por la noche: evitad las personas »quiero ser el centro de atención», os evitáis drama seguro. Y más si es una tía. Lo bueno de la noche: que conocí a Zel y su compi de piso, Jose. Por supuesto, los fideos de 2 euros que vendían los chinitos en cada esquina de las calles.

A eso de las 8, tras haber visto cómo le pegaban bien a un policía y a los dos minutos aparecían 14 -contados- más, y varias peleas callejeras bastante brutales, e irnos todos para casa con los culos fríos de estar esperando a que se acabase el drama. Cogimos los autobuses, todos mis acompañantes cansados, dormidos y alguno algo borrachos, cada uno para casa y ahí acabó la Noche en Blanco para nosotros.

Señor Gallardón, no engaña a nadie, no haga las cosas a la mitad que gasta usted dinero por gastar.

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